domingo, agosto 07, 2005

PELI - Eduardo Manostijeras


Tim Burton es un director muy especial. Muchos directores lo que hacen es plasmar una historia en metros y metros de celuloide con más o menos acierto. Pero Tim lo que hace es crear mundos, o mejor dicho, trasladar fantasías ya existentes a su propio mundo, a su visión románticamente distorsionada de la fantasía real. Y luego nos invita a entrar en ese mundo y compartir las emociones y sentimientos de sus personajes. Ansiosos por ver lo que ha hecho con el clásico Charlie y la Fábrica de Chocolate, revisité una de sus películas que más me marcó: Edward Scissorhands.

La historia, aún pareciendo original, no es más que otra vuelta de tuerca al mito de Frankenstein. Un inventor crea un ser humano pero una súbita muerte le impide acabarlo. La criatura, un ser de enorme corazón y manos hechas de multitud de cuchillas y tijeras, vive triste y solo en el castillo en lo alto de la colina. Abajo, una zona residencial muy kitsch de familias bien cuya principal actividad es cotillear y criticar al resto del vecindario. A partir de allí, un incidente, una inicial aceptación curiosa por parte de la sociedad, pero cuando se aburren de él, no tienen ningún problema en cambiar radicalmente de opinión a modo de enjambre, todos en masa; pensamiento colectivo e hipocresía suma en espíritus pusilánimes sin personalidad. También una historia de amor y una hermosa excusa para explicar porqué nieva. Sencillamente magistral.

Oh, se me olvidaba. Johnny Depp, soberbio. Y Winona Ryder, preciosa.

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